EL ROQUE - IZQUIERDA

Para dejar pasar el tiempo, disfrutar de los placeres de lo sencillo, perderte casi en secreto

El Roque de los ensueños.

Para dejar pasar el tiempo, disfrutar de los placeres de lo sencillo, perderte casi en secreto por la magia de una callejuelas que se alzan para contemplar todo un océano en su más grande esplendor.

Atrás queda el ajetreo de la ciudad, el trajín de la carretera. Adentrarse por las callejuelas de El Roque significa ir destapándose, alejar lo superfluo. Tras un corto paseo entre calles estrechas, se asoma el mar.

Es uno de los rincones de la isla donde puedes sentir y escuchar la fuerza del océano sin nada que te distraiga. Es difícil describir la belleza de un atardecer en El Roque, con la espuma blanca rompiendo la roca y el sonido de las olas que juegan con el mar.

El Roque es testigo de una época en la que se trabajaba cada metro de tierra fértil y las casas se construían en lugares imposibles, allí donde no se podía cultivar. Sube por su cuesta empinada porque es como saltar a otro tiempo, al lugar que prefieras soñar, déjate mecer por la historia de un entorno como este, a tan solo 320 metros mar adentro. Nos recuerda a un pobladillo turco, a una urbanización de aldea singular, calles sin coches ni ruídos. Pequeño poblado que se pinta de manera regular y que año tras año pareciera una montañita que se acerca al mar para separarse de autovías y ruidos.

El tiempo pasa, nada se mantiene inmutable, el sol sale y se pone cada día, pero en este pequeño rincón de Gran Canaria siempre encontrarás a alguien capaz de disfrutar, casi en secreto, del placer de lo sencillo, mirando al horizonte que dibuja un futuro natural de cielo y océano eterno.